martes, 9 de diciembre de 2008

Así se justificó todo...

“Porque ya resultaba que la soledad y la independencia no eran su afán y su objetivo, eran su destino y su condenación”

“Ah, dondequiera que mirara, dondequiera que enviase mis pensamientos, en parte alguna me aguardaba una alegría ni un atractivo, en parte alguna atisbaba una seducción, todo hedía a corrupción manida, a putrefacta medioconformidad, todo era viejo, marchito, pardo, macilento, agotado.”

“Y cuando por fin llegó el martes, se me había hecho clara, hasta darme miedo, la importancia de mi relación con la muchacha desconocida. Sólo pensaba en ella, lo esperaba todo de ella, me hallaba dispuesto a sacrificarle todo y ponérselo todo a los pies,”

“Ella era la pequeña ventanita, el minúsculo agujero luminoso en mi sombría cueva de angustia. Era la redención, el camino de la liberación. Ella tenía que enseñarme a vivir o enseñarme a morir; ella, con su mano segura y bonita, tenía que tocar mi corazón entumecido, para que al contacto de la vida floreciera o se deshiciese en cenizas.”

“Había ido con la mejor intención, pero no podía animarme, y la alegría bulliciosa y zumbante, las risotadas y todo el frenesí en torno mío se me antojaba necio y forzado.”

“Sin haber llegado a tocarla siquiera, sucumbí a su encanto, y esta misma magia seguía en su papel”

“Es verdad; la vida es siempre terrible. Nosotros no tenemos la culpa y somos responsables, sin embargo. Se nace y ya es uno culpable.”

“Yo soy una bestia, Mozart, una bestia necia y malvada, enferma y echada a perder; en eso tiene usted mil veces razón.”

EL LOBO ESTEPARIO- Hermann Hesse

Todo se justifica en ella o, mejor dicho, en su ausencia...

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